Afortunadamente, se me ha dado por un desayuno saludable y asequible, pero no sé si es cuestión de suerte, costumbre o que mi cuerpo me pide lo que necesita.
Es obsesión pura.
Un kiwi, un plátano y una clementina.
Los pelo, los corto y me los como con un tenedor.
Me despierto por las mañanas pensando en comerme estas frutas y antes de acostarme compruebo que tenga las tres frutas para el día siguiente.
Es como si no hubiera comido nada tan bueno en mi vida y así llevo diez días.
¿Os ha pasado alguna vez?
A mí NO.
Afirmo sin dudar que tal nivel de obsesión por una comida no lo he tenido yo en mi vida, exceptuando mi primer embarazo. Eso fue tremendo. Me pasaba el día comiendo naranjas. No, no me sentaban mal. Se ve que mi cuerpo necesitaba vitamina C o yo que sé.
Ya os he contado por aquí más veces lo que solemos desayunar en este post os dejaba algunos de nuestros desayunos saludables y económicos y en este otro desayunos para facilitarnos las mañanas. Variamos poco y son cosas sencillas y económicas pero que están ricas.
Solemos tener fruta en la mesa para desayunar, pero lo mío ahora es fijación.
En este caso, puede ser también una necesidad, aunque no por embarazo. Desde el verano llevamos una colección de virus impresionante.
Uno tras otro.
Yo ya no distingo cuando acaba uno y empieza el siguiente. Total ¿qué más da? Lo importante es tener muchos, muchos, muchos pañuelos de papel. Y papel higiénico.
Por lo demás, a los peques les chiflan los kiwis así no le puedo poner ninguna pega al desayuno este, a parte de ser un poco obsesión, claro. Ayer incluso me lo tomé para merendar.
Desde luego, es una gran suerte que no se me haya dado por desayunar galletas, una mariscada o gin tonics. Las consecuencias para mi cuerpo y economía serían bastante peores.
Aquí es donde me pregunto porque algunos tenemos caprichos sanos y otros destructivos. Todos sabemos que nos va bien y que va mal, lo que cambia es lo que acabamos haciendo.
También me pregunto que hubiera hecho si se me hubiera dado por algo poco sano. Supongo, que yo misma me hubiera cortado el rollo y no llegaría a este nivel de obsesión. Yo como guarrerías de cuando en cuando, pero soy consiente plenamente de lo que son y no me autoengaño para convertirlas en comida rutinaria (aunque estén muy buenas).
En fin, a pesar de la obsesión repentina, estoy muy feliz de que se me haya dado por algo sano. Otro punto positivo es que no tengo que pensar que voy a desayunar y desayuno supermotivada por lo que tengo en el plato.
A ver lo que dura la obsesión mañanera esta.
¿Os habéis obsesionado alguna vez por una comida?¿Qué pasaría si la obsesión fuera por algo poco o nada saludable?