Maternidad.
¿Cómo te la imaginabas antes de ser mamá o cómo te la imaginas si aún no tienes hijos?
Yo tenía claro que era una enorme responsabilidad y que iba a amar inmensamente a mis niños.
Me quedé corta en las dos cosas.
Es más responsabilidad de la que podía imaginar antes de madre. Aún sin dormir, sin comer, muerta de cansancio o enferma la prioridad es el recién nacido en cualquier momento. Su vida, su salud depende absolutamente de otros. Al crecer, la responsabilidad sigue.
También me quedé corta en cuanto los amaría.
Inmensamente describe quizá la amplitud de ese amor pero no la profundidad que es, mínimo, infinita. Y, si eres madre, sabes que no exagero.
Ese amor, por cierto, es lo que hace que prioricemos a un bebé incluso a costa de nuestra salud.
Con el tiempo, sus necesidades biológicas decrecen y el amor, según mi experiencia, crece. Ya no es un muñequito que llora, mama y caga, es una persona con carácter, con personalidad que nos desquicia y nos hace morir de amor a partes iguales. Nuestro espejo, frecuentemente.
Volviendo al tema. ¿Cómo es la maternidad entonces? ¿Responsabilidad y amor infinito?¿Ya está? Una parte, para la mayoría de las maternidades, sí es eso.
Digamos que esa es la parte común, la responsabilidad y el amor que sentimos como madres. Pero hay más.
La maternidad es hermosa pero también dolorosa. El dolor de la maternidad tiene muchos orígenes más de los que cada una podemos imaginar. Porque cada una solo sentimos nuestro propio dolor y sabemos que lo causa.
Para mí la maternidad es como los cactus, hay muchos, unos hermosos y otros más hermosos todavía. Unos con florecillas y otros con impresionantes flores más grandes que el propio cactus. Unos tienen espinas más suavecitas y otros muy duras y puntiagudas. Unos tienen muchas y otros pocas.
Hay muchos cactus distintos y muchas maternidades distintas. No voy a ser cínica y decir que todas son aceptables, en esto sí se diferencian de los cactus. Hay maternidades que no deberían existir, personas que no deberían o no merecen tener hijos. Pero la gran mayoría de maternidades son, aunque diferentes, válidas y detrás hay mujeres (y sus parejas) que lo hacen lo mejor que pueden.
Ya ves que al final, el símil, aunque raro es bastante apropiado: la maternidad es como los cactus, una mezcla de flores y espinas.
Al contrario que con los cactus, a priori, no sabes como será tu maternidad, si tendrá más flores o más espinas ni como serán ninguna de las dos.
En esto, también coincidimos todas, en que no tenemos ni idea de lo que viene.
¿Por qué criticamos lo diferente? ¿Porque nos creemos mejores o porque nos hace sentir vulnerables? ¿Por qué nos duele tanto que critiquen nuestra maternidad? #viveydejavivir pero #callabocasqueselomerecen . Por cierto, me encantan los cactus ¿y a ti?