Lucerna es una de las ciudades más hermosas del mundo. Como consecuencia tiene muchos turistas a pesar de no ser nada barata.
En primavera y verano es cuando más gente hay. El invierno suizo, disuade a muchos de venir. Además a las cuatro de la tarde ya está oscuro. Compensa venir cuando los días son más largos. Aunque de noche y con frío es igual de bonita, se hace más fácil estar fuera cuando no tienes los pies helados.
Menos en 2020, el año de la pandemia, el año del Covid.
Nosotros aprovechamos para disfrutarla así. Con niños, menos gente significa menos estrés. Tan vacía de turistas, pasear es relajado y los niños se entretienen por todas partes sin chocar con nadie.
Pero es difícil no pensar en las consecuencias para la ciudad. Esas colas en las joyerías y relojerías de lujo, cerradas hace meses, aún tardarán en volver. Si vuelven.
Esas tiendas no venden cerradas. Su personal, vendedores, limpieza, seguridad…, no trabajan. Y los que fabricaban esas carísimas piezas tampoco.
Y es solo un ejemplo de los muchos que podríamos poner.
Nosotros no podemos eliminar este virus de golpe y porrazo, pero podemos aprovechar y quedarnos de vacaciones cerca de donde vivimos. Nos ahorramos el transporte y nos lo podemos gastar en los negocios locales.
A veces nos vamos al quinto pino ¡y no conocemos lo que tenemos cerca!
De momento, os dejo con la bella Lucerna en uno de sus veranos más tranquilos en mucho tiempo. Por cierto, ¿sabéis que relación tiene con los dragones y Gillermo Tell?