Hace como 15 años, yo vivía por Europa de hotel en hotel. Los hoteles los pagaba la empresa y eran mínimo de cuatro estrellas. Para que os hagáis una idea dormía más en hoteles que en el piso de alquiler que tenía.
Solitario, por un lado, pero fascinante, por el otro, poder desayunar, comer, cenar y pasear en varias ciudades y países distintos cada semana.
Después de ese trabajo mi ritmo de viajes y hoteles descendió en picado. No es que me apeteciera parar es que no me daba el sueldo ni el tiempo de vacaciones.
Mi marido y yo seguimos viajando a un ritmo, digamos, normal. Incluso con los niños, nos hemos amañado para hacer escapadas o pequeños viajes regularmente.
En uno de los últimos viajes que hicimos antes de la pandemia, en la terraza de un hotel tuve uno de esos escasos momentos de relax maternal mientras el peque dormía encima de mí (relax para él ;D) y la peque estaba con papi por ahí.
Fue en Italia, en Varese, y, en vez, de sacar el móvil, retomé esa costumbre de antaño de observar el entorno.
Mi cerebro enseguida empezó a hacer la comparación del antes y el después. Los cambios progresivos en los que no había reparado casi, saltaban a la vista al comparar él ahora con hace diez o quince años. Ojo, no hablo de los típicos hoteles vacacionales sino de los mismos a los que iba por trabajo.
Vida en hoteles antes y ahora
Es cierto que antes yo no tenía peques, de hecho, estaba muy lejos de tenerlos aún, y podéis pensar que quizá antes no me hubiera fijado en ciertas cosas. No es el caso, siempre he sido bastante consciente de las necesidades de los peques porque siempre ha habido niños pequeños a mí alrededor.
De todas formas, el cambio en el tipo de viajeros y del mercado laboral se nota sobre todo después de la crisis del 2008 y con el auge de los vuelos low cost. Muchos hoteles pasaron de ser hoteles de negocios a mix negocio-ocio.
Otra cosa a tener en cuenta son los comentarios que podemos dejar online que sirven también para que los hoteles sepan lo que funciona y lo que deben mejorar. Antes no había nada de esto y no sabíamos si el hotel era malo o bueno hasta estar allí. En cambio, empresas como la mía tenían un sistema para que pudiéramos valorar la calidad de los hoteles y si era negativo podían eliminarlo de su lista de hoteles regulares. Ya os imagináis a quién atendían mejor. Cuestión de negocio.
Los cambios que más evidentes me parecen:
- Menos señores de negocios de traje oscuro, muchos menos. Para empezar, el traje oscuro impersonal va desapareciendo hasta de los funerales y prácticamente ha dejado de ser el uniforme obligatorio de todos los directivos y de muchos trabajadores. A esto se suma que tras la crisis del 2008 esos viajes de negocio bajaron mucho. Las nuevas empresas raramente imponen el traje oscuro para trabajar.
- Menos papá/familia. Antes eran frecuentes las familias donde el padre parecía un acoplado fuera de sitio, hasta el estilo de ropa y calidad eran distintos. A veces hasta parecía que los hijos no eran suyos y si hacían algo mal, no se lo decían a los niños sino a la mujer. Solían ser el típico señor dedicado a trabajar y la madre la que hacía lo de casa, TODO, y se notaba a kilómetros. Ahora, los padres son parte de la familia. Incluso siendo él quien trabaja fuera y la madre en casa no se ve esa diferencia tan drástica. Pero vamos, hace ya tiempo que eso lo notamos en cualquier parque infantil.
- Muchas más mujeres de negocios. Las mujeres siguen siendo las menos en ciertos puestos pero vamos ganando terreno. Cuando son cursos o conferencias médicas son tantas o más que hombres. Por cierto, algunas acompañadas por la familia y es el padre el que está con los peques mientras mami trabaja.
- Más familias. He estado en varios hoteles antes y ahora y no parecen los mismos. Antes claramente estaba orientado a huéspedes de negocios, muchos ejecutivos, conferencias y similares. De hecho, en muchos no les interesaban las familias para no molestar a los que estaban allí por trabajo. Ahora, se ven muchas familias en todos estos hoteles y los hoteles están equipados para recibirlas y que se sientan cómodas.
- Menos ponérselo todo y lo mejorcito para el hotel. La gente va en su estilo habitual, no se pone todo el joyero ni el traje que se compró para la boda de no sé quién. Había otra variante que eran esas personas que se habían comprado ropa para el viaje pero se notaba que no eran lo que solían poner.
- Menos cangrejos de dos patas. Se nota, en general, que la gente se pone más protección solar y abusa menos del sol.
- Poco o nada de tabaco. Los hoteles libres de trabajo son lo normal ahora y que felicidad para todos los que no fumamos.
- Más zonas infantiles. Pocos hoteles hay ya que no tengan una zona de juegos interior y exterior, por pequeña que sea. Además, normalmente está bien a la vista. Antes, como os digo, estaban hechos para la gente como yo que estábamos allí por trabajo y en casi ninguno había zona infantil.
- Personificación/humanización de los niños. No se les trata con indiferencia o estorbos, antes sí, salvo algún recepcionista majo que les sonreía pero muchos ni los miraban. Buenos, si eran hijos de algún VIP les reían, les hablaban y les bailaban una jota si hacía falta. Puro peloteo de toda la vida. Lo de pasar de los niños, estaba normalizado en todas partes, por supuesto, no solo en los hoteles. Lo importante es que no molestaran a los otros huéspedes, que eran lo importante, no como ellos. Ahora es otro tema. No recuerdo haber estado en un hotel y que el personal no se haya dirigido a los niños para saludarlos, preguntarles por el viaje, indicarles dónde están las zonas de juego o incluso seguirles el rollo.
- Más inglés en todas partes. Y español, por cierto. No hablo solo del personal del hotel, se inician conversaciones entre huéspedes que antes rara vez sucedía por problemas de idiomas.
- Menos regalos y útiles en los hoteles. Es cierto que por mí empresa yo podía tener alguna cosita extra pero es que ahora hasta en algunos hoteles de cinco estrellas se echa en falta un lápiz o un boli. Antes siempre había blocs de notas, lápices, bolígrafos y esponja para limpiar zapatos, por ejemplo. A menudo también me encontraba regalos de bienvenida como bombones. En algunos hoteles ahora no hay cepillo de dientes y hemos estado en un hotel de cuatro estrellas este año sin nevera.
- Menos pareos tapacomplejos. Pareos, caftanes, kimonos semitransparentes, camisas y cincuenta mil prendas más para que no se vieran las vergüenzas.
- Menos maquillaje en las piscina. Igual que la gente se ponía sus mejores galas y todo el joyerío para ir en avión o a un hotel, también se ponían maquillaje en la piscina como si se fueran a la discoteca (y las joyas, claro). Terrorífico.
- Mucho más tanga. De hecho, antes no se veían casi. Tengo que decir, que es más común en los huéspedes de según que países como los del norte de Europa.
- Los restaurantes son más acogedores. Incluso el personal de servicio lleva uniformes más informales y calzado deportivo. Suelen ofrecer alternativas o sugerencias para niños.
Estos cambios en los hoteles son muy evidentes y está claro que lo único que han hecho es adaptarse al nuevo estilo de clientes que tienen y a la nueva situación económica.
Me gusta más así, tengo decir, es más cálido y parlotear con otras familias me encanta. Incluso cuando trabajaba y el hotel era mi zona de descanso, el ambiente era frío, ahora es mucho más humano y ese ambiente es de agradecer.
¿Cuál es la diferencia más grande que notáis en los hoteles antes y ahora? Yo que ahora tengo que pagar y antes lo hacía la empresa ;D.